lunes, 7 de enero de 2019

(1995) John Allen Paulos - Un Matemático Lee el Periódico



"He dicho que habría que aumentar la serie de preguntas habituales que los periodistas formulan y que a los lectores les gustaría ver contestadas. Además de Quién, Dónde, Cuándo, Por qué y Cómo, habría que incluir Cuántas, Con qué probabilidad, Qué fracción. ¿Cómo se compara la cantidad con otras cantidades? ¿Cuál es el índice de crecimiento y cómo se coteja? ¿Qué hay de los aspectos autorreferenciales de la noticia? ¿Hay en ella un grado adecuado de complejidad? ¿Nos fijamos en las categorías y relaciones que interesan? ¿Qué cantidad de la noticia es independiente de su exposición? ¿Somos particularmente sensibles al error de disponibilidad o a efectos ancla?"

A pesar de que no soy matemático, siento un respeto reverencial y casi místico por las matemáticas. Porque las matemáticas descifran el sustrato más básico del mundo que nos rodea. Son la red que nos permite atrapar la realidad y modificarla según nuestras necesidades. Son la condición de posibilidad del progreso y el dominio técnico sobre la naturaleza. Nos han permitido pasar de vivir en cuevas y morir a dentelladas bajo las fauces de oscas y temibles fieras a vivir en modernas e interconectadas ciudades tecnológicas con expectativas de vida inimaginables hace un puñado de miles de años. Por supuesto, las matemáticas no llegan a todas partes. La finitud de su alcance es un recordatorio de que la realidad también posee un carácter cualitativo. Pero, en mi opinión, son el logro más importante del intelecto humano. Y sus practicantes, los matemáticos, una suerte de hechiceros laicos, de artistas de lo abstracto, de profetas de la racionalidad.

jueves, 3 de enero de 2019

(2016) Robert Harris - Cónclave



"Hermanos y hermanas míos, en el transcurso de una larga vida al servicio de nuestra madre Iglesia, permitidme deciros que el pecado que más he llegado a temer de todos es la certeza. La certeza es el enemigo mortífero de la tolerancia. Incluso Cristo titubeó al final. «¡Eli, Eli! ¿lemá sabachtani?», gritó en Su agonía cuando llevaba nueve horas en la cruz. «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?» Nuestra fe es una entidad viviente por el preciso motivo de que camina de la mano de la duda. Si sólo conociéramos la certeza y no hubiera lugar para la duda, no existiría el misterio y, por lo tanto, no necesitaríamos la fe."

El 11 de febrero de 2013, Joseph Ratzinger, el Papa Benedicto XVI, decidía renunciar a su pontificado. Diecisiete días más tarde, el 28 de febrero, esa renuncia se hacía efectiva y se declaraba la sede vacante, con lo que comenzaban los preparativos para designar a su sucesor. El cónclave encargado de llevar a buen puerto esa labor se celebraría los días 12 y 13 de marzo. En él participaron ciento quince cardenales y concluyó tras cinco votaciones. El elegido, para sorpresa de todo el mundo, fue un cardenal argentino perteneciente a la Compañía de Jesús, el único de los reunidos en el cónclave perteneciente a esa orden, de nombre Jorge Mario Bergoglio. El Papa Francisco sería el primer Papa jesuita y el primer Papa latinoamericano. Casi nada.

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