domingo, 30 de abril de 2017

(2015) Michel Houellebecq - Sumisión

Islam, religión, crítica literaria, Huysmans, Francia


"Había que rendirse a la evidencia: llegada a un grado de descomposición repugnante, Europa occidental ya no estaba en condiciones de salvarse a sí misma, como no lo estuvo la Roma antigua en el siglo V de nuestra era. La llegada masiva de poblaciones inmigrantes impregnadas de una cultura tradicional marcada aún por las jerarquías naturales, la sumisión de la mujer y el respeto a los ancianos constituía una oportunidad histórica para el rearme moral y familiar de Europa, abría la perspectiva de una nueva edad de oro para el viejo continente. Esas poblaciones eran a veces cristianas; pero, por lo general, había que admitirlo, eran musulmanas.

Imagine la siguiente situación: una saltadora de pértiga se prepara para su salto garrocha al hombro. Inspira profundamente y visualiza los aproximadamente cuarenta metros de carrera que tiene delante de sí. Traga saliva. Visualiza a continuación el momento crítico, el acople de la pértiga en el cajetín. La palanca ha de ser perfecta y debe proyectarle a las alturas para, en un último y heroico impulso de brazos, arrojarle por encima del listón. Si lo consigue, la caída será dulce; pero si derriba el listón, las dudas le asaltarán y será presa de la decepción. Finalmente, nuestra saltadora echa a correr. Se trata de un sprint recio, de espalda recta y brazos firmes sujetando la pértiga. Apenas dura unos segundos. El momento clave llega, pero se desarrolla sin imprevistos: la pértiga se clava mientras la palanca la contorsiona y propulsa a nuestra heroína, que se transporta en el aire hasta las alturas. Pero algo extraño ocurre: al aproximarse nuestra saltadora al listón, éste se difumina, desapareciendo finalmente como si de una ilusión óptica se tratara. Pero no es lo único que desaparece, la colchoneta sobre la que tenía que caer y el suelo bajo sus pies se transmutan en vacío. La caída será infinita. En ese preciso instante, una conmoción invade el ánimo de nuestra saltadora, que entiende que el esfuerzo realizado ha sido en vano y las consecuencias... 

jueves, 27 de abril de 2017

(2010) Vicenç Navarro, Juan Torres López, Alberto Garzón Espinosa - ¿Están en peligro las pensiones públicas?

Navarro, Garzón, Torres, seguridad social


"En este documento mostraremos que el interés en cambiar el sistema de pensiones público por uno privado no responde a necesidades reales y técnicas sino más bien a las necesidades económicas de los bancos y otras entidades financieras que harían un negocio muy lucrativo si ese cambio se llevara a cabo. Además, veremos que el deterioro del sistema de pensiones públicas conlleva igualmente el deterioro de las condiciones de vida de la población y, especialmente, de aquellas personas en peor situación económica."

Vivimos tiempos convulsos para el Estado del Bienestar. A raíz de la Gran Recesión, los recortes efectuados en sanidad, educación y dependencia han mermado notablemente la capacidad del sistema para proveer de servicios con el mismo nivel de calidad que antes de la crisis. La seguridad social no ha sido ajena a esta tectónica. A causa de la destrucción masiva de empleo, sus ingresos por cotizaciones cayeron en picado al mismo tiempo que sus gastos por seguros de desempleo se dispararon. Este desequilibrio afectó a las pensiones, que vieron reducida su principal fuente de financiación, el fondo de reserva de la seguridad social. Durante los últimos años, coincidiendo con las pagas extraordinaria de junio y diciembre, recibimos informaciones alarmantes acerca de la evolución de dicho fondo. Así, la famosa hucha de las pensiones ha menguado en la alarmante cifra de 50.000 millones de euros en los últimos cinco años. Si el ritmo de destrucción del fondo se mantiene constante, y si el gobierno no encuentra (o no quiere encontrar) una fuente alternativa de financiación, éste colapsará a finales de este año. Por estas razones, la opinión pública en los últimos tiempos ha sido bombardeada desde los medios de comunicación con la amenaza de la desaparición de las pensiones públicas. Si a esto le añadimos medidas tan cuestionables por parte del gobierno central como congelar el crecimiento de las pensiones al 0,25%, desvinculándolo de la evolución de la inflación, tenemos el cocktail perfecto para que cunda el pánico. Ante tal estado de cosas urge preguntarse: ¿es para tanto la alarma? Contestar a esa pregunta, y a otras relacionadas, constituye el propósito del libro que comentaremos hoy.

domingo, 23 de abril de 2017

(2007) Christopher Hitchens - Dios no es Bueno

Religión, ateísmo, Dios


"No cabe ninguna duda de que el culto a la muerte y la insistencia en los augurios del fin proceden de un deseo subrepticio de verlo acaecer y de poner fin a la angustia y a la duda que siempre amenaza al mantenimiento de la fe. Cuando el terremoto nos sacude, el tsunami lo inunda todo o las Torres Gemelas estallan, uno puede ver y oír la callada satisfacción de los fieles, como si dijeran con regocijo: «¡Fijaos, esto es lo que sucede por no escucharnos!». Con una sonrisa empalagosa presentan una redención que no les corresponde ofrecer a ellos y, cuando se duda de ella, adoptan una expresión amenazadora como diciendo: «¡Oh!, ¿así que rechazáis nuestra oferta del paraíso? Muy bien, en ese caso tenemos reservado otro destino para vosotros». ¡Menudo amor! ¡Menudas atenciones!"

La primera vez que supe de Christopher Hitchens fue hace algunos años a través de este debate. En él se daban cita un par de defensores de la Iglesia Católica y un par de sus más feroces críticos y, ambos tándems, trataban de contestar a la pregunta "¿Es la Iglesia Católica una fuerza para el bien en el mundo?". La propia pregunta anticipaba la masacre que se produciría a continuación. Y es que no es lo mismo preguntar acerca de si la Iglesia Católica puede o podría ser una fuerza para el bien en el mundo que preguntar si de hecho lo es o ha sido. En el primer caso uno debe remitirse a los fundamentos conceptuales de la Institución y ver si ellos permitirían tal estado de cosas. En el segundo, muy al contrario, basta con echar un vistazo a la realidad o, en su defecto, a la historia. Sabedor de esto, Hitchens construía una furibunda diatriba contra la Iglesia Católica basada en muchos de sus pecados pasados y actuales y cómo esos pecados fueron justificados bajo el amparo de la verdad de las Escrituras, de la verdad de su interpretación o, simple y llanamente, de la infalibilidad de Dios y de la Iglesia Católica. Pero si esto es así, ninguna institución humana que se declare infalible puede ser buena bajo cualquier indagación o cuestionamiento de índole moral. En otras palabras: Hitchens comenzaba argumentando por qué la Iglesia no es buena y concluía con un argumento acerca de por qué la Iglesia no puede ser buena. En esencia, el libro que comentaremos hoy sigue el mismo patrón, extendiendo su área de aplicación. Porque "Dios no es bueno" no habla del Dios católico o, al menos, no en exclusiva. Ni tan siquiera del Dios Cristiano. Tampoco lo hace del Dios judío o musulmán. Lo hace de todos ellos, en realidad.

viernes, 7 de abril de 2017

(2003) David Martínez - De Super Mario a Lara Croft

Videojuegos, consolas, historia


"Poco a poco este libro comenzó a convertirse en una novela de caballería. No aparece el rey Arturo, pero si hay alguien, Nolan Bushnell, fundador de Atari, que saca la espada de la piedra y trata de fundar un reino virtual. También hay magos capaces de diseñar juegos de la talla de Zelda o Donkey Kong con un giro de su varita e incluso seres perversos que se dedican a absorber pequeñas compañías por métodos más salvajes (no desvelaré aquí sus nombres). No se trata de una historia de buenos y malos, sino de un larguísimo viaje para convertir esta nueva forma de entretenimiento en un arte que hoy empieza a reconocerse."

El debate sobre si los videojuegos son un arte o solo un tipo de entretenimiento es más largo y complicado de lo que parece a simple vista. Los entusiastas del medio arguyen que las cotas narrativas y jugables que han alcanzado ciertas producciones han dejado el listón tan alto, que las experiencias resultantes no tienen nada que envidiar a las de otros formatos, principalmente el cinematográfico. Videojuegos como Red Dead Redemption, Bioshock o la saga Grand Theft Auto constituyen, así, ejemplos palmarios de la capacidad del medio para inocular en vena emociones e imprimir experiencias estéticas en lo más profundo del tuétano de los jugadores. Por si fuera poco, sagas como Half-Life o Portal han contribuido de manera esencial a edificar un lenguaje narrativo completamente autónomo y diferente tanto al cinematográfico como al literario. De esta forma, el mundo de los videojuegos se erigiría como una disciplina artística al lado de las demás con su lenguaje propio y su capacidad ganada por derecho propio para emocionar al jugador.

martes, 4 de abril de 2017

(2007) Dmitry Glukhovsky - Metro 2033

Postapocalíptico, Moscú, Metro, Rusia, Nuclear, Mutantes,


"Había una sola cosa que protegiera al hombre de la locura: la incertidumbre. La vida de un condenado a muerte, que sabe que al cabo de un año será ejecutado, la vida de un enfermo terminal, a quien los médicos han comunicado ya cuánto tiempo le queda, se diferencian de la de un hombre normal en un único aspecto: los unos saben más o menos cuándo van a morir, mientras que los otros permanecen en la incertidumbre, y por ello creen que podrían vivir para siempre, aunque no se pueda descartar la posibilidad de morir al cabo de un día en un accidente. No es la muerte lo que es terrible. Lo terrible es esperarla."

Hay algo fascinante en la irrupción de los escenarios postapocalípticos en el arte contemporáneo. Ya sea a través de películas, videojuegos, novelas o discos de música, el "día después" del fin del mundo sigue subyugándonos como cualquier otra idea difícilmente pueda hacerlo. Ya sea por invasiones alienígenas, catástrofes nucleares, guerras bacteriológicas, conflagraciones mundiales a gran escala o catástrofes medioambientales producidas por la mano del hombre, el qué ocurrirá después de cualquiera de esos sucesos despierta en nosotros una mezcla de temor, incertidumbre y morbo. En cierta forma, el interés viene dado por la amenaza latente que las sociedades contemporáneas, tan avanzadas y al mismo tiempo tan frágiles ellas, incorporan en sí mismas como el germen de su propia autodestrucción. La aplicación de la ciencia a la tecnología, y ésta a los sistema de producción de las sociedades modernas, ha tenido como resultado la aceleración de los procesos históricos, cuya fuerza centrífuga puede hacernos sentir vértigo si despegamos la vista del horizonte que tenemos enfrente. Si además, como sostenía Rousseau o Adorno, constatamos que la propia idea de Progreso tecnológico o instrumental no va ligada a la de Progreso en sentido moral, tenemos en nuestras manos los mimbres necesarios para construir la Catástrofe.

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