domingo, 28 de octubre de 2018

(2016) Fernando Aramburu - Patria

Terrorismo, ETA, víctimas


"Bittori, en el cementerio de Polloe, durante la ceremonia del sepelio, le susurró a Xabier una cosa que éste nunca ha olvidado. ¿Qué cosa? Pues que le parecía que, más que enterrar al Txato, lo estaban escondiendo."

El terrorismo no es una simple forma de violencia más. No lo es porque el uso de la fuerza no es un medio necesario de su ser. El terrorismo busca destruir al individuo, aniquilarlo aunque no lo mate, porque su objetivo último no es acabar con la vida de la persona, sino con la vida de las ideas. El terrorismo busca destruir a las ideas porque son éstas las que ejercen de resistencia a sus propósitos. El mayor miedo del terrorismo es la existencia de una comunidad de individuos donde éstos puedan intercambiarse libremente sus pensamientos, reflexiones y críticas. Y el terrorismo teme más que otra cosa que la encargada de hacer que las ideas sobrevivan o no sea la Razón. Porque al terrorismo le gustaría que imperasen sus propios designios y porque la Razón es libre y no se casa con nada ni nadie. Por ello, el terrorismo, antes que matar, coarta, inhibe, atemoriza y reprime. Porque no busca el diálogo, sino el silencio.

miércoles, 17 de octubre de 2018

(2015) Josep Carles Clemente - El Carlismo hasta la Transición Democrática



"Las guerras carlistas ponen de manifiesto un problema crucial: la resistencia de las clases populares españolas —sean campesinas, artesanas o urbanas o pequeña nobleza rural— a integrarse en las nuevas formulaciones del liberalismo económico. Y ello por una simple razón: con el sistema liberal empeoraba ostensiblemente su ya penosa situación. Su hambre de tierra no era satisfecha por los nuevos gobernantes, sino al contrario, los bienes comunales también le eran arrebatados. Las tierras pasaron de un amo a otro, llámese "señor" o "rico". Además, se les amenazaba con la supresión de los Fueros, una peculiar democracia que, en el caso de los vascos y catalanes, les había permitido hasta entonces gobernarse a su modo sin esperar instrucciones de un lugar tan lejano para ellos, llamado Madrid. En las guerras carlistas, pues, se dilucidó un contencioso ideológico-político, basado en una protesta social."

Corría el 30 de septiembre cuando las Cortes españolas aprobaban la Pragmática Sanción de 1789. La disposición anulaba la Ley de Sucesión fundamental de 1713 (la mal llamada ley Sálica), por la cual Felipe V promulgaba la imposibilidad de que las mujeres heredaran el trono a menos que no hubiera herederos varones en la línea principal (hijos, nietos) o lateral (hermanos, sobrinos), y restituía el sistema de sucesión tradicional contemplado en las Siete Partidas de Alfonso X de Castilla, el cual permitía a las mujeres reinar siempre y cuando no tuvieran hermanos varones. Aquella ley de 1713 también ponía como condición para heredar el trono el hecho de nacer y haber sido criado en España, y se cuenta que, a pesar de que Carlos IV había sido jurado como heredero en las Cortes en 1760, como había nacido y había sido criado en Nápoles, el propio monarca temía que esa vieja disposición legal pudiera generarle problemas de legitimidad. Esa es una de las razones que explican el cambio de ley, aunque la historiografía siempre ha aducido el miedo del rey a que, en caso de que sus hijos Fernando y Carlos no heredaran, la corona pasara a su hermano Fernando, rey de Nápoles, con quien no mantenía buenas relaciones. Como quiera que fueran en realidad los motivos reales, lo cierto es que la Pragmática Sanción no fue promulgada en aquella época. Razones de política exterior explican ese coitus interruptus legislativo.

martes, 16 de octubre de 2018

(2008) Katherine Neville - El Fuego

Ajedrez,


"Sin embargo, sabía que tenía que contener toda mi euforia porque, de lo contrario, no lograría acabar aquella partida. Al fin y al cabo —y bien podría apostarme la camisa, tal como diría Key—, con la memoria enciclopédica de Vartan y su dilatada experiencia —que en ajedrez se conoce con el nombre de «conocimiento táctico»—, mi contrincante era capaz de recordar al instante todas las variaciones sobre este último movimiento mío, al igual que sobre otros muchos. No obstante, es bien sabido que los maestros suelen centrar toda su atención en lo que es anormal para recordar lo que es normal. Así que tendría que engañar a su cerebro, burlar a esa intuición tan cuidadosamente entrenada."

Cuando vemos partidas de los grandes maestros de ajedrez, uno siempre tiene la sensación de estar perdiéndose algo de lo que sucede encima del tablero. Sí, vemos los movimientos de las piezas, sus maniobras y capturas, pero siempre tenemos la sensación de no estar entendiendo todo lo que está ocurriendo delante de nuestros ojos. A veces eso se manifiesta en algún movimiento misterioso. Otras, en una combinación no predicha que se resuelve con la ganancia de material por parte de alguno de los contendientes. Por no hablar de los siempre asombrosos sacrificios de pieza en pos de la obtención de alguna red de mate. El resultado es que, de algún modo u otro, los jugadores principiantes e intermedios siempre obtenemos de estas partidas algún tipo de sensación de asombro, y esa es una de las cosas que hacen tan fascinante a ese juego. Pero el asombro solo es la consecuencia de la ignorancia de los planes en unos casos, o de la falta de visión acerca de los medios necesarios para llevarlos a cabo.

domingo, 14 de octubre de 2018

(2017) Juan Carlos de Pablo - Nobelnomics



"Circula un chiste según el cual el análisis económico es la única disciplina en la que dos personas pueden compartir el Premio Nobel por decir cosas contrapuestas. La ilustración clásica ocurrió en 1974, cuando el galardón fue compartido por Von Hayek y Myrdal. Pero también se puede ilustrar con el caso de Fama y Schiller. Sobre aquel, este afirmó: "Es como tener un buen amigo que profesa otra religión"" (Sent, 2014)

La mejor definición que he leído sobre qué es la economía no la leí en un libro sino en un foro en internet. Decía que la economía no era más que "filosofía con ecuaciones". Esta definición, que no solo es "económica" —en el sentido de sintética—, refleja también un punto básico del funcionamiento de la disciplina: que los modelos matemáticos que se construyen para tratar de explicar la realidad parten de premisas y suposiciones que son el resultado de un discernimiento de carácter esencialmente filosófico. Naturalmente, si la economía no tuviera contacto con la realidad empírica, sería indistinguible de la teología. El problema es que la evidencia empírica no suele ser a menudo concluyente en economía. Y esto es así porque la disciplina adolece de una serie de problemas que pueden ser enumerados: a) el hecho de que aborde las cuestiones que trata desde supuestos excesivamente simplificadores que terminan sesgando el carácter complejo de esos problemas, b) que las leyes que se generan son de carácter probabilístico, c) que las dificultades para cuantificar los hechos sean la norma, d) que la acción humana tenga un carácter esencialmente imprevisible, e) la dificultad para realizar experimentos que pongan a prueba las teorías, f) o los problemas ligados a la predicción. Estas razones y algunas otras están en la base de que prácticamente cada punto de vista en economía tenga un representante de prestigio que lo defienda. Que tanto Friedman como Stiglitz, Hayek o Krugman, posean el premio Nobel. También eso es parte del encanto, no lo vamos a negar...

miércoles, 10 de octubre de 2018

(2017) Yanis Varoufakis - Comportarse como adultos



"Al colocar un gran peso sobre un puente demasiado endeble, las vigas más débiles son las que se rompen primero. Grecia era esa viga. La razón de su fragilidad no tiene nada que ver con la Unión Europea, y sí en cambio con la triste historia del Estado griego moderno y la oligarquía que ha regido sus destinos. Pero la causa del desastre hay que encontrarla en el diseño defectuoso del puente. Incluso si se hubiera eliminado a Grecia de la estructura y una viga más fuerte hubiera ocupado su lugar, el puente se habría derrumbado de la misma manera."

Se viene hablando mucho últimamente de la ola de populismo de derechas que asola a la Unión Europea. Figuras como Orbán, Salvini o Le Pen promulgan una suerte de repliegue hacia el Estado-Nación, un nacionalismo abiertamente incompatible con el proyecto integrador europeo. En gran medida, este devenir de los tiempos ha estado propiciado por la crisis humanitaria y el aluvión de refugiados procedente de Siria y el África subsahariana. Y es verdad que la inmigración masiva ha generado problemas. El mercado de trabajo italiano, por poner un ejemplo, no ha sido capaz de absorber el flujo de nuevos trabajadores procedente del exterior, y esto ha provocado que, en ausencia de un salario mínimo fijado por ley, la creciente oferta de trabajo haya empujado a la baja el salario de equilibrio de los puestos de trabajo con menor cualificación requerida. Es decir, ha precarizado aún más al precariado. Pero también el precariado, cuya vida se desarrolla en los barrios más baratos de las ciudades, no ha sido inmune a otras dinámicas sociológicas de calado. Una de ellas es la guetificación de los barrios en los que viven a causa de la afluencia de inmigrantes. Otra es la sensación de sentirse un extranjero en tu tierra. Ante este panorama, la izquierda, protectora antaño del trabajador, ha visto como su principal nicho electoral se les ha escurrido de las manos en favor de una extrema derecha que ha sabido conectar con las clases económicas más desfavorecidas. No obstante, explicar la emergencia de los discursos proclives a ensalzar el Estado-Nación y el euroescepticismo por una suerte de coyuntura puntual como es la crisis de los refugiados sería confundir el síntoma con la enfermedad.

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