"Los datos son el alimento del mecanismo, materia que no necesita ser procesada, porque se la devora, se crea sin parar y se desecha. Un Big Mac y un movimiento rápido para limpiarse la boca con una servilleta. El valor del Dow Jones se da a conocer con la exactitud de dos decimales, aunque en el momento en que el dato aparece sobre la pantalla del operador de bolsa, el valor del índice ya es otro y los decimales no tienen importancia, aunque describen valores por millones de dólares; aún así, la sensación de exactitud hay que tenerla, la sensación de estabilidad del saber, de la seguridad que crean esos siete significativos números."
Las cinco cosas que se me vienen a la cabeza cuando pienso en Finlandia son a) guitarristas virtuosos, b) pilotos de coches, c) educación, d) saunas y e) grupos de heavy metal para niños. A pesar del frío, de los inviernos eternos y de las pocas horas de luz el país suomi ha diseñado un paraíso en pequeñito, sobreponiéndose con ello a sus duros e implacables condicionamientos ambientales. Uno de los grandes responsables de la envidiable situación de Finlandia es su amplio y muy eficiente sector público, que financia el estado del bienestar más completo del mundo y que está diseñado según una muy inteligente política de redistribución de rentas. No obstante, en todos los países cuecen habas. Finlandia tiene la catorceava tasa de suicidios más alta del mundo y durante los últimos años, especialmente a raíz de la crisis financiera mundial, el discurso xenófobo ha repuntado. Con todo, es un excelente país al que irse a vivir. En parte, porque más de la mitad de su población se compone de finlandesas.
Sin embargo, no todo son finlandesas y estado del bienestar en el país suomi. También hay banqueros, especuladores y brokers. En Calle Erottaja, Karo Hämäläinen, redactor jefe de la revista financiera Aryopaperi y autor de un buen número de novelas pese a su edad, nos sumerge en una historia de suspense cuyo telón de fondo son los mercados de capitales y los procesos de integración y adquisición empresarial en el contexto de la crisis financiera mundial de 2008.
Erottaja, nombre de la calle donde se da cita el núcleo financiero de Helsinki —la Wall Street finlandesa— y título de la novela en su versión original, parte de la siguiente premisa argumental: en 1993 tres socios y amigos de la universidad montan con sus propios ahorros un pequeño fondo de inversión, Erottaja Investment Partners. A base de trabajo duro y dedicación, con el paso de los años consiguen convertir la empresa en una de las más respetadas e importantes del país. En 2006, un banco sueco, Wilenius & Rörstrand, les hace una oferta de compra y adquisición y ellos deciden venderles el fondo con pingües beneficios. A pesar de que Erottaja Investment Partners pasa a partir de ese momento a ser la filial finlandesa de Wilenius, los tres socios continúan trabajando dentro del nuevo organigrama directivo. Pero a raíz de la caída de Lehman Brothers en septiembre de 2008, que arrastró a los tres bancos islandeses más importantes, Wilenius & Rörstrand, que a su vez tenía participaciones importantes en todos esos bancos, acusa el golpe y se ve obligada a vender sus activos, entre ellos Wilenius & Rorstrand Suomi. Y es ahí cuando los tres socios fundadores de Erottaja Investment Partners trazan un plan para hacerse con la empresa que fundaron quince años antes.
"«Osadía, análisis minucioso, profesionalidad.» Esa era su proposición para el eslogan de Erottaja cuando la fundaron. Ganó «Confianza, generosidad, cooperación». Después de que Wilenius & Rörstrand hubiese comprado la empresa, a su publicidad llegó la frase «Por tu dinero». Siempre le había parecido un anuncio de un yogur."
Calle Erottaja es un thriller de altura, una historia que te mantiene alerta durante todo su desarrollo, como todas las buenas historias de suspense han de poder hacer. Sin embargo, se diferencia de las habituales historias del género en que aquí los elementos argumentales centrales no son asesinatos sin resolver, ni complejas tramas de conspiraciones políticas, ni una fascinante historia de espías. En Calle Erottaja los elementos narrativos centrales son los elementos centrales de los mercados financieros: las cotizaciones bursátiles, las ofertas de compra, las estrategias empresariales, los análisis de la tendencia, las expectativas o los comportamientos irracionales de los mercados. Puede parecer aburrido y plúmbeo pero os aseguro que no lo es en absoluto.
Hämäläinen ha sabido conjugar a la perfección las pasiones humanas y la lógica de los mercados para dar un todo consistente en el que la segunda es función de las primeras. Toda la novela está impregnada de esa fascinante ambigüedad moral que a su vez parece revestir el mundo de las altas finanzas y los negocios multimillonarios. Hämäläinen proporciona elementos para una mirada de sesgo oscuro hacia la condición humana. Sus personajes son complejos y sus intenciones a menudo oscuras. No hay trigo limpio en ningún momento aunque si haya personajes más negros que otros y distintos grados de "maldad". Los pocos personajes que se salvan transmiten la sensación de no ser lo suficientemente "buenos" a la hora de ejecutar sus "maldades". La maldad como una cuestión de pericia.
Dos aspectos me han dejado moderadamente insatisfecho. Uno es el estilo literario de Hämäläinen. Sus descripciones en presente de las acciones de los personajes son planas y extremadamente asertivas. La psicología que construye para ellos es fascinante, pero la materizalización de sus consecuencias en sus actos es insatisfactoria. En cierta forma, repite el patrón de los best sellers de una narración sin complicaciones, sin excesivos juegos literarios ni ambages de ningún tipo. Cumple a la perfección con su cometido, pero es extremadamente lineal y predecible. Es como un sandwich de atún literario: te sacia pero no te satisface. Afortunadamente, la novela no te deja mucho tiempo para que te pares a reflexionar en su estilo, y supongo que ello también es parte de su propio estilo, y por tanto una virtud encubierta, como lo es en La Jungla de Cristal 3 el hecho de que no te pares a pensar en su ausencia de poesía mientras la ves.
El otro aspecto hace referencia a la crítica implícita que Hämäläinen despliega en sus páginas enfocada al mundo financiero. Da la sensación de que el autor finés responsabilizase de la crisis financiera a un determinado número de personas que por su codicia hicieron saltar por los aires las "resistencias" del sistema económico. Lo cual me insatisface profundamente porque ese planteamiento deja sin tocar el hecho de que los mercados careciesen de los suficientes mecanismos de control para que, precisamente, la actuación de tales individuos pasase por ser no-significativa. Quizá con una regulación más sólida de los mercados financieros se imposibiliten rentabilidades altas (hasta el punto de parecer obscenas) pero, con ello, se minimicen las posibilidades de explosión de burbujas económicas precisamente porque se eliminen los incentivos necesarios para su surgimiento. No hay que olvidar que la actual crisis de deuda pública que inunda Europa, y en especial a los países mediterráneos, ha sido consecuencia de rescatar a entidades financieras privadas. Culpar a las personas está muy bien y yo lo secundo, faltaría más. Pero son necesarios argumentos de más peso para que las cosas no vuelvan a suceder. Y en esta novela se echan un poco de menos tales elementos.
Con todo, Calle Erottaja es un thriller extremadamente entretenido que sabe mantener su tensión hasta las últimas páginas de su desarrollo y que enganchará a las personas alejadas del mundo de las altas finanzas. Hämäläinen, que vivió en primera persona como periodista el hundimiento de los bancos islandeses durante la crisis de 2008, ha sabido construir una historia creíble mediante un desarrollo audaz de las posibilidades que su núcleo argumental le permitían. Una historia que te mantiene pegado hasta su desenlace y cuyos defectos quedan sabiamente encubiertos por la pericia de su autor al desarrollar la trama.
Hämäläinen ha sabido conjugar a la perfección las pasiones humanas y la lógica de los mercados para dar un todo consistente en el que la segunda es función de las primeras. Toda la novela está impregnada de esa fascinante ambigüedad moral que a su vez parece revestir el mundo de las altas finanzas y los negocios multimillonarios. Hämäläinen proporciona elementos para una mirada de sesgo oscuro hacia la condición humana. Sus personajes son complejos y sus intenciones a menudo oscuras. No hay trigo limpio en ningún momento aunque si haya personajes más negros que otros y distintos grados de "maldad". Los pocos personajes que se salvan transmiten la sensación de no ser lo suficientemente "buenos" a la hora de ejecutar sus "maldades". La maldad como una cuestión de pericia.
Dos aspectos me han dejado moderadamente insatisfecho. Uno es el estilo literario de Hämäläinen. Sus descripciones en presente de las acciones de los personajes son planas y extremadamente asertivas. La psicología que construye para ellos es fascinante, pero la materizalización de sus consecuencias en sus actos es insatisfactoria. En cierta forma, repite el patrón de los best sellers de una narración sin complicaciones, sin excesivos juegos literarios ni ambages de ningún tipo. Cumple a la perfección con su cometido, pero es extremadamente lineal y predecible. Es como un sandwich de atún literario: te sacia pero no te satisface. Afortunadamente, la novela no te deja mucho tiempo para que te pares a reflexionar en su estilo, y supongo que ello también es parte de su propio estilo, y por tanto una virtud encubierta, como lo es en La Jungla de Cristal 3 el hecho de que no te pares a pensar en su ausencia de poesía mientras la ves.
El otro aspecto hace referencia a la crítica implícita que Hämäläinen despliega en sus páginas enfocada al mundo financiero. Da la sensación de que el autor finés responsabilizase de la crisis financiera a un determinado número de personas que por su codicia hicieron saltar por los aires las "resistencias" del sistema económico. Lo cual me insatisface profundamente porque ese planteamiento deja sin tocar el hecho de que los mercados careciesen de los suficientes mecanismos de control para que, precisamente, la actuación de tales individuos pasase por ser no-significativa. Quizá con una regulación más sólida de los mercados financieros se imposibiliten rentabilidades altas (hasta el punto de parecer obscenas) pero, con ello, se minimicen las posibilidades de explosión de burbujas económicas precisamente porque se eliminen los incentivos necesarios para su surgimiento. No hay que olvidar que la actual crisis de deuda pública que inunda Europa, y en especial a los países mediterráneos, ha sido consecuencia de rescatar a entidades financieras privadas. Culpar a las personas está muy bien y yo lo secundo, faltaría más. Pero son necesarios argumentos de más peso para que las cosas no vuelvan a suceder. Y en esta novela se echan un poco de menos tales elementos.
Con todo, Calle Erottaja es un thriller extremadamente entretenido que sabe mantener su tensión hasta las últimas páginas de su desarrollo y que enganchará a las personas alejadas del mundo de las altas finanzas. Hämäläinen, que vivió en primera persona como periodista el hundimiento de los bancos islandeses durante la crisis de 2008, ha sabido construir una historia creíble mediante un desarrollo audaz de las posibilidades que su núcleo argumental le permitían. Una historia que te mantiene pegado hasta su desenlace y cuyos defectos quedan sabiamente encubiertos por la pericia de su autor al desarrollar la trama.
"Los que aprueban un sistema de incentivos maquiavélico dan rienda suelta a la avaricia cuyo único fin es conseguir más ganancias cada trimestre. Gratifican al que construya sobre arena, al que sople para hacer una burbuja porque desde el punto de vista del gratificado es la única y la más lógica estrategia de juego: maximizar las ganancias de unos pocos años y después limpiar de una sola vez las pérdidas causadas. Un sistema disparatado de compensación que premia descabelladamente por beneficios descabellados y paga liquidaciones descabelladas por pérdidas descabelladas. Nadie se responsabiliza por un beneficio a largo plazo, y menos lo tiene como objetivo, porque ese objetivo no interesa a nadie. Si hay problemas con el dinero rápido, el listo se aparta y el tonto paga por ser lento."
''Sin embargo, se diferencia de las habituales historias del género en que aquí los elementos argumentales centrales no son asesinatos sin resolver, ni complejas tramas de conspiraciones políticas, ni una fascinante historia de espías. En Calle Erottaja los elementos narrativos centrales son los elementos centrales de los mercados financieros''.
ResponderEliminarInteresante esto del thriller financiero. No todos los thrillers tienen por qué apoyarse en las típicas ambientaciones y lugares comunes. Por otro lado, que esté centrada en la última gran crisis económica (cuyas secuelas todavía sufre nuestro país) le añade para mi otro tanto a favor. Y en tercer lugar, Finlandia, un país por descubrir, que queda lejos para mi, y por eso es un país por descubrir. Gracias a tu reseña he sabido que su otro nombre es ''Suomi'', no tenía ni idea. Eso sí, leyéndote he imaginado a un estresado Stellan Skarsgard protagonizando una posible adaptación cinematográfica. Es danés, lo sé, pero pilla ''cerca''.
Efectivamente. De hecho, diría que casi por definición un thriller debería ser capaz de sorprenderte, de crear el suspense necesario incluso desde el mismo instante en que presenta su planteamiento. ¡Así que a la hoguera los thrillers que manosean lugares comunes! :D
Eliminar¿Por qué estresado Stellan Skarhldsfkjgard?
Nada, por ser un thriller. Y es la imagen que tenía de él pero pensándolo un poco... en varias de las películas suyas que he visto tiene un papel realmente poco estresado. Será la tensión interna que refleja. Me lo imagino sufriendo una crisis financiera.
ResponderEliminarJajajaj, la verdad es que mola imaginarse a gente sufriendo crisis financieras. Por ejemplo: Michael Douglas. O mejor: Steve Buscemi. Aunque también hay casos en los que es imposible imaginarte al actor sufriendo una. Y luego está el caso en el que la crisis financiera sufre al actor. Es el caso de Antonio Resines.
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