"Siempre ha habido una cadena de violencia que se remonta a las primeras edades del hombre."
Todo comienzo tiene un final, y a la Trilogía de la Ciudad Blanca le ha llegado el suyo. Hace dos años llegó el primer volumen de la saga a las librerías y, desde entonces, dos más, así como una adaptación cinematográfica aún en proceso de rodaje. Como fenómeno editorial, la Trilogía ha sido imparable. ¿Podemos decir lo mismo a nivel literario? En Conclusión Irrelevante ya reseñamos hace un año las dos primeras partes de la saga. Mientras que El Silencio de la Ciudad Blanca nos adentraba en una historia de crímenes seriales a mitad de camino entre la mitología pagana y el marketing turístico, erigiéndose como un solvente ejercicio de novela negra, Los Ritos del Agua repetía coordenadas estilísticas en una historia que no terminaba de ser todo lo convincente que sería deseable y que acababa por languidecer en comparación con su predecesora. Así pues, la trilogía en su dos primeras partes había tenido un discurrir desigual. Ahora es el turno de reseñar Los Señores del Tiempo, el libro que concluye las andanzas de Unai López de Ayala, alias Kraken, y ver si se parece más a la primera o a la segunda entrega.
Y lo cierto es que "Los Señores del Tiempo" se sitúa en un lugar equidistante. De hecho, no se parece a ninguna de las dos. Es decir, no se parece más allá de la estructura a dos tiempos de la narrativa, los personajes principales y la resolución de un caso serial, o lo que es lo mismo, más allá de los elementos que le son esenciales a la trilogía. Sáenz de Urturi ha conseguido algo que no me esperaba con este libro y es dotar de un alma distinta al volumen. Y parte de ese encanto reside en el hecho de que la trama que se desarrolla en el pasado lo haga en un momento tan distante como lo es la Edad Media.
Y es que Sáenz de Urturi nos lleva a la Vitoria de finales del siglo XII, pocos años después de su fundación por Sancho VI de Navarra, en una historia de rivalidades fraternales. Urturi sabe transmitir la atmósfera descarnada que toda historia ambientada en la Edad Media debería poseer, alejándose de las idealizaciones y las visiones románticas de la época. Y lo hace echando mano de un léxico que sin ser un calco del usado en aquellos tiempos, tiene los suficiente rasgos arcaizantes como para evocar adecuadamente el espíritu de aquellos días. Con ello, consigue reflejar razonablemente bien el tipo de mentalidades existentes en la época, algo básico en un libro de estas características.
A pesar de esas virtudes, el núcleo central de "Los Señores del Tiempo" se desarrolla en el presente (2019): una serie de asesinatos cometidos en la capital alavesa cuyo nexo común es el empleo de técnicas de tortura y envenenamiento medievales. La idea no es muy complicada pero García Sáenz la desarrolla con solvencia en una trama con referencias especulares a la ambientada en la edad media. Y funciona bien. "Los Señores del Tiempo" no es aquel abigarrado y poco creíble ejercicio de carpintería literaria que supuso "Los Ritos del Agua", ni tampoco el fantástico derroche de precisión que supuso "El Silencio de la Ciudad Blanca". Sus virtudes son otras y descansan en la capacidad de la autora vitoriana para desplegar poco a poco pedazos de información relevante a lo largo de la historia, jugando con el lector a través de otras informaciones que no llevan a la resolución del caso. Convencional, pero efectivo.
Por supuesto, Unai López de Ayala sigue siendo el protagonista indiscutible del libro. De hecho, su papel protagónico se ha visto reforzado en este cierre de trilogía, y donde en pasadas entregas veíamos una presencia de personajes más coral, ahora se han concentrado todos los frutos en el mismo cesto. Por ello, habrá gente a la que la decisión le pille a contrapié. Sin ir más lejos, personajes como Alba, el abuelo o el hermano de Unai ven reducida su presencia de manera notable.
"Qué bien se sentía no esconderse en público, qué bien se sentía ser una familia de tres, qué buena era la vida cuando no se ponía cabrona, y mi vida llevaba dos años largos —desde el día que Deba nació— siendo una feliz colección de rutinas familiares."
Pero la decisión es buena. Kraken es un personaje carismático y se basta él solo para para soportar el peso de la historia. Una historia que nos lo presenta en sus primeros compases bajo una estabilidad emocional desconocida hasta el momento, compartiendo destino con Alba y Deba, bajo la agradable apariencia de la normalidad. Los avatares de la historia le irán poniendo en situaciones comprometidas y ante decisiones difíciles, y Urturi sabrá sacar buen provecho de todo ello narrativamente.
"Hacía tiempo que me sentía perdido y no solo porque estaba frente al caso más desconcertante de toda mi carrera como perfilador. Perdido porque estaba olvidando aquel impulso por saltar de la cama cada mañana y dirigirme a mi despacho. Perdido porque mi vida se estaba acercando a un cruce de caminos, lo intuía, y no quería renunciar a ninguna de las sendas que me ofrecía el horizonte."
Otro de los aspectos reseñables del libro es la precisión con la que está escrito. Y no solamente es el uso del lenguaje y el léxico durante la trama ambientada en la Edad Media. Urturi, con el desarrollo de la trilogía, ha mejorado sus habilidades expresivas. Es capaz de construir frases más certeras y dotar a la narración de un pulso firme, a pesar de que la carencia de ritmo narrativo nunca ha sido un defecto de su escritura.
"Los Señores del Tiempo" cierra la trilogía de la Ciudad Blanca y el sabor que nos ha dejado es bueno. Como novela negra es entretenida y como ejercicio de novela histórica resulta sorprendente. Pone punto y final a una trilogía irregular y establece un nexo de unión con la Saga de los Longevos, la dupla de libros con la que García Sáenz se hizo un nombre literario. No destaca tanto como lo hizo el primer libro de la serie, pero es bastante más solvente que "Los Ritos del Agua". Urturi no inventa nada, pero lo que hace lo hace bien. Si tienes leídas las dos primeras partes de la trilogía y te gustan los derroteros que adopta la autora vitoriana, "Los Señores del Tiempo" no te decepcionará.
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