domingo, 28 de diciembre de 2014

(1995) Noam Chomsky e Ignacio Ramonet - Cómo nos venden la moto


Medios de comunicación, propaganda, totalitarismo, democracia, represión, opinión pública, rebaño


"En lo que hoy conocemos como estado totalitario, o estado militar, lo anterior resulta fácil. Es cuestión simplemente de blandir una porra sobre las cabezas de los individuos, y, si se apartan del camino trazado, golpearles sin piedad. Pero si la sociedad ha acabado siendo más libre y democrática, se pierde aquella capacidad, por lo que hay que dirigir la atención a las técnicas de propaganda. La lógica es clara y sencilla: la propaganda es a la democracia lo que la cachiporra al estado totalitario."
Noam Chomsky

Cuando Orwell pensaba que en el futuro viviríamos bajo el observatorio de un panóptico, de un gran hermano que todo lo ve y lo sabe, no andaba nada desencaminado. Tampoco le andaba a la zaga el bueno de Huxley cuando pronosticaba el desarrollo de una droga, el soma, que embotaría nuestros sentidos y nos trasladaría al reino del placer sin turbulencias ni peajes. Por supuesto, los mundos imaginados por ambos autores se diferencian del nuestro en no pocos detalles. Pero igualmente no son pocos los puntos en común de nuestra realidad con aquellos mundos de pesadilla. Lo cierto es que hay tantos motivos para enorgullecerse del presente como para echarse a temblar por él, por más que en determinados momentos nos dejemos llevar por el sesgo de la desesperación o de la euforia. Quizá en ello consista toda realidad: en una suerte de intersección entre la utopía y la distopía, en un lugar, recóndito y peligroso, donde nuestros conceptos tiemblan hasta el límite de la deformación estructural. De ser así, solo quedarían dos opciones: reelaborarlos o quedarse de brazos cruzados. Puesto que la segunda opción no puede variar el curso de acción presente, solo la primera puede estar en condiciones de alterar las cosas. Y esa es la opción que toman Chomsky y Ramonet en este libro.

Uno de los problemas más acuciantes de los tiempos actuales reside en la capacidad que tiene el poder para formar la opinión mayoritaria. Expuesto así, parece un problema muy vago. Qué sea el poder, la opinión mayoritaria o incluso el "formar" no parece estar claro del todo. Quizá sea más apropiado hablar de poderes en plural, y allí donde hay una opinión mayoritaria quizá sea más apropiado hablar de nodos vertebradores de discurso dominante. Con todo, parece evidente que formulado de la manera presentada arriba o de alguna otra compatible con ella, la constitución paradójica del problema persiste: debería ser la opinión mayoritaria la que formara el poder y éste el que la representase, y no, desgraciadamente, al revés. La carreta a tirar delante de los bueyes, que se dice. De una manera u otra, los dos ensayos contenidos en Cómo nos venden la moto atacan este problema fundamental.

Fue Montesquieu quien acuñó la teoría sobre la separación de los tres poderes. Bajo la sombra del antiguo régimen y de la experiencia revolucionaria británica un siglo antes, el filósofo ilustrado acuñó su teoría en su obra magna, El espíritu de las leyes, y en ella nos habló de los problemas de la concentración del poder en unas solas manos. Para evitar los problemas del despotismo es necesaria una expropiación del poder que despoje al monarca o al lord protector de sus facultades plenipotenciarias, repartiendo éste entre las distintas instituciones. Con ello, se consigue no solo el reparto del poder sino, al mismo tiempo, los contrapesos necesarios para equilibrar la balanza en las ponderaciones de los mismos. Pues el problema no es solo que el poder esté en unas únicas manos sino establecer también los frenos y controles necesarios para que uno de ellos no fagocite al resto. El pensamiento de Montesquieu en torno a estas cuestiones está en la base de las democracias liberales modernas, las cuales reparten las facultades de ejecutar, crear e interpretar y hacer velar la ley, esto es, reparten los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Por ello se dice de las democracias liberales que son imperios de la ley: al repartir el poder, nadie es más que nadie; todo el mundo es susceptible de ser evaluado por la ley. Al menos sobre el papel...

Porque, ¿qué ocurre cuando introducimos un cuarto elemento en la ecuación? Que descompensamos todo el complejo entramado de equilibrios en liza si no desligamos este nuevo elemento de aquellos quienes ostentan los tres anteriores. Ese cuarto elemento es el cuarto poder: los medios de comunicación. Y su vigilancia y control en el marco de las democracias contemporáneas es precisamente el tema del ensayo de Noam Chomsky.

El control de los medios de comunicación podría resumirse en la siguiente frase: la propaganda es a la democracia lo que la cachiporra al estado totalitario. Chomsky dibuja en su ensayo un panorama en el que la función principal de los medios de comunicación es la desinformación de las masas con el objetivo de tenerlas controladas.

Chomsky fundamenta su análisis en los trabajos del intelectual y teórico de la democracia liberal, Walter Lippmann, que formó parte de las comisiones de propaganda de diversos gobiernos de los EEUU a lo largo de la primera mitad del siglo pasado. Para Lippmann, la democracia con un funcionamiento adecuado es aquella en la que hay distintas clases de ciudadanos. Por un lado la clase especializada, formada por aquellos que analizan, toman decisiones, ejecutan y controlan los procesos dirigiendo los sistemas ideológicos de la sociedad. Por el otro, hay lo que se llama el rebaño desconcertado, quienes están fuera del grupo pequeño y constituyen la mayoría de la población. Uno de los objetivos de la primera clase es protegerse de este rebaño desconcertado cuando brama y pisotea. Esa protección se consigue amansando el rebaño, y esa es la tarea de la propaganda, que se vehicula a través de los medios de comunicación. Perfeccionar las técnicas de propaganda, por tanto, es acallar las voces discordantes con la clase ejecutiva. Lo interesante del análisis de Lippmann es que es un análisis desde dentro del sistema. Es como cuando Warren Buffet dijo aquello de que "Claro que hay una lucha de clases, pero es mi clase, la clase de los ricos, la que está librando esta guerra. Y la estamos ganando."

No deja de ser obsceno que cada vez que pensemos en las relaciones entre los sistemas propagandísticos y los Estados pensemos en Goebbels y la alemania nazi o en los propios carteles de la unión soviética, cuando esos mismos sistemas propagandísticos están en la base de muchas de las intervenciones estadounidenses a lo largo y ancho del globo. Pero también en cierta conceptualización de determinados temas internos. Chomsky nos cuenta como en 1935 y gracias a la ley Wagner, los movimientos sindicales y obreros obtuvieron su primera victoria legislativa. Sin embargo, y como ello iba en contra de los intereses de la clase ejecutiva, no tardo en implementarse una maquinaria ideológica de discursos vacíos con el fin de desprestigiar esos movimientos sociales.

"Más adelante este método se conoció como la fórmula «Mohawk Valley», aunque se le denominaba también «métodos científicos para impedir huelgas». Se aplicó una y otra vez para romper huelgas, y daba muy buenos resultados cuando se trataba de movilizar la opinión pública a favor de conceptos vacíos de contenido, como el orgullo de ser americano. ¿Quién puede estar en contra de esto? O la armonía. ¿Quién puede estar en contra? O, como en la guerra del golfo pérsico, «apoyad a nuestras tropas». ¿Quién podía estar en contra? O los lacitos amarillos. ¿Hay alguien que esté en contra? Solo alguien completamente necio."
Noam Chomsky

Terminada la segunda guerra mundial, la cultura obrera fue prácticamente destruida y la sociedad americana se organizó en torno a criterios empresariales. Chomsky nos cuenta que esto no se produjo mediante la cachiporra ni la opresión violenta, sino mediante una muy sutil campaña propagandística que hizo derivar al sistema norteamericano en un capitalismo de estado en el que ni siquiera se producía el pacto social habitual que se podía dar en latitudes comparables. La filosofía básica detrás de estas estrategias reside en una suerte de ingeniería del consenso, en palabras de Edward Bernays, cuyo objetivo es precisamente crear consensos en torno a cuestiones que no admiten polémica para extenderlos a las cuestiones que sí la ofrecen. Conclusiones inatinentes en muchos casos, por supuesto.

Uno de los medios de los que se sirve la ingeniería del consenso es precisamente el aislar la opinión contraria, marginando y apartando a los individuos de la cosa pública. No lo menciona Chomsky, claro, pero tenemos un ejemplo muy reciente de ello en la reciente ley de seguridad ciudadana, más conocida como ley mordaza, la cual desincentiva todo intento de asociación con fines protestatarios y reivindicativos so pena de multas que quitan el hipo. Otro de ellos es el falseamiento de la realidad por parte de los medios de comunicación.

"El cuadro del mundo que se presenta a la gente no tiene la más mínima relación con la realidad, ya que la verdad sobre cada asunto queda enterrada bajo montañas de mentiras. Se ha alcanzado un éxito extraordinario en el sentido de disuadir las amenazas democráticas, y lo realmente interesante es que ello se ha producido en condiciones de libertad. No es como en un estado totalitario, donde todo se hace por la fuerza. Esos logros son un fruto conseguido sin violar la libertad. Por ello, si queremos entender y conocer nuestra sociedad, tenemos que pensar en todo esto, en estos hechos que son importantes para todos aquellos que se interesan y preocupan por el tipo de sociedad en el que viven."
Noam Chomsky

En cualquier caso, el rebaño nunca termina de estar plenamente domesticado; es una batalla permanente. Ejemplos de ello fueron las movilizaciones contra la guerra de Vietnam y, para tomar un ejemplo más cercano, los movimientos ciudadanos del 15-M. Por ello los medios de los que se sirve el sistema para desincentivar el empoderamiento ciudadano pasan, también, por la fabricación de monstruos. Al igual que hizo Hitler con la figura de los judíos, EEUU opera igual con los Sadam Hussein, Osama Bin Laden, Fidel Castro o Hugo Chávez de turno. En España también ha ocurrido algo similar. Los rojos fueron siempre poco más que Satanás con su tridente en ristre. Y cuando el paradigma comunista dejó de ser operativo, optamos por el paradigma terrorista. ¡Ojo! No estoy diciendo que ETA no haya sido una organización formada, esencialmente, por hijos de puta. No hablo de ETA, sino del paradigma ETA, esa figura retórica inclusiva que toma el significante para demonizar al gusto de cada uno, por la cual es ETA el pistolero, pero también el campesino que habla mejor Euskera que Castellano, la madre del preso a más de mil kilómetros de distancia y, en general, todo aquel que tiene relación directa o indirecta con el mundillo. Incluso el conferenciante que asume el derecho a la libre autodeterminación de los pueblos. Vamos, que aquí en el País Vasco todos debemos ser ETA en mayor o menor medida porque tarde o temprano acabas dando con alguien que con no más de un grado de separación conoce a alguien que sí ha sido de ETA, lo que te hace formar parte del paradigma ETA, claro. Incluso si eres María San Gil, que tiene retranca. Cosas de la recursividad...

Finalmente, uno de las consecuencias del modo y manera que la propaganda tiene de enviciar el clima político consiste en la consecución de la ignorancia para las masas. Al final nadie sabe nada, o solo sabe que no sabe nada, que diría Sócrates.Y ese es precisamente el objetivo último de los medios de comunicación como elementos básicos de la ingeniería del consenso. Lo cual pone la pelota en el tejado del ciudadano.

"Creo que la cuestión central, volviendo a mi comentario original, no es simplemente la manipulación informativa, sino algo de dimensiones mucho mayores. Se trata de si queremos vivir en una sociedad libre o bajo lo que viene a ser una forma de totalitarismo autoimpuesto, en el que el rebaño desconcertado se encuentra, además, marginado, dirigido, amedrentado, sometido a la repetición inconsciente de eslóganes patrióticos, e imbuido de un temor reverencial hacia el líder que le salva de la autodestrucción, mientras que las masas que han alcanzado un nivel cultural superior marchan a toque de corneta repitiendo aquellos mismos eslóganes que, dentro del propio país, acaban degradados. Parece que la única alternativa esté en servir a un estado mercenario ejecutor, con la esperanza añadida de que otros vayan a pagarnos el favor de que les estemos destrozando el mundo, Estas son las opciones a las que hay que hacer frente. Y la respuesta a estas cuestiones está en gran medida en manos de gente como ustedes y yo."
Noam Chomsky

El ensayo de Ignacio Ramonet, Pensamiento único y nuevos amos del mundo, pretende trazar las conexiones entre los poderes fácticos, aquellos que gobiernan el mundo más allá de los parlamentos estatales, y los medios de comunicación, con el fin crear un pensamiento único, o en la terminología de Bernays en boca de Chomsky una ingeniería del consenso.

Ramonet constata el hecho de que hoy en día (hace veinte años, claro, pero sigue vigente el análisis) los mercados financieros gobiernan el mundo y su poder e influencia se han incrementado con el paso del tiempo. Las razones principales de este hecho son la inmediatez, inmaterialidad, permanencia y mundialización a las que las nuevas tecnologías informáticas han sometido al mercado, dotándolo de cualidades casi divinas. Estos mercados han extendido por así una doctrina oficial acerca de la vida en sociedad, un pensamiento único. El origen del pensamiento único reside en los acuerdos de Bretton Woods de 1944 y su fuentes principales son las instituciones económicas y monetarias, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, el GATT, la Comisión Europea, etc. Los principios rectores, o mandamientos en boca de Ramonet, del pensamiento único pueden sintetizarse en los siguientes puntos:

1. Lo económico prima sobre lo político (punto compartido con el marxismo distraído).
2. El mercado, cuya mano invisible corrige las asperezas del capitalismo.
3. La competencia y la competitividad, que llevan a las empresas a la modernización.
4. El libre intercambio, factor de desarrollo del comercio y, por tanto, de la sociedad.
5. La mundialización (o globalización) de la producción y de los flujos financieros.
6. La división internacional del trabajo, que modera las demandas sindicales.
7. La moneda fuerte, factor de estabilización.
8. La desregularización.
9. La privatización.
10. La liberalización, etc.

Uno de los corolarios de este planteamiento es la mengua de los estados, que ya no son capaces de hacer frente a las situaciones, como se vio en la crisis financiera de México en 1994, o se está viendo actualmente en la crisis de deuda pública actual. Los Estados han dado paso al gobierno de los mercados, que en su inescrutabilidad y su volubilidad deciden el curso de acción de las democracias.

"Los mercados votan cada día, obligan a los gobiernos a adoptar medidas ciertamente impopulares, pero imprescindibles. Son los mercados quienes tienen sentido de Estado."
George Soros, financiero multimillonario

Como en Chomsky, para Ramonet las herramientas de las que se sirve este poder en la sombra son mayormente propagandísticas y conciernen a los medios de comunicación. Estos han ido globalizándose cada vez más y, prácticamente, hoy en día unos pocos grupos de comunicación controlan la información mundial. Lo cual nos lleva a métodos de control del pensamiento individual más avezados, alejados de los tradicionales métodos de coerción.

"La crisis de las grandes máquinas coaccionadoras —familia, escuela, Iglesia, ejército— y el fracaso de los Estados totalitarios que practican a gran escala el adoctrinamiento de masas, ha podido hacer creer que el ciudadano recobraba una autonomía sin cortapisas. Es una ilusión. bajo un aparente sosiego, todo indica, por el contrario, el refuerzo del control social, este conjunto de recursos materiales y simbólicos de que dispone una sociedad para asegurarse de la conformidad del comportamiento de sus miembros a un conjunto de reglas y principios prescritos y sancionados. En efecto, se están instalando nuevos métodos de coacción más sutiles, más insidiosos y eficaces, mientras surgen técnicas último grito, a base de electrónica e información, para seguir por sus propias huellas el recorrido de los ciudadanos, tomar nota de lo que se aparta de las normas y castigar las desviaciones. Nadie está a salvo."
Ignacio Ramonet

Uno de los medios de los que se sirve el pensamiento único para moldear el adiestramiento de las masas es, precisamente, la televisión. Ésta no se limita únicamente a ser el principal portavoz de las directrices ideológicas, sino que es también canguro de los niños, con lo que el adiestramiento se vuelve más sutil y efectivo. Una de las consecuencias de la sobreexposición a la televisión a edades infantiles es, para Ramonet, la banalización e insensibilización a la violencia a la que los contenidos con asesinatos o guerras de las televisiones someten a los niños. Otra de las consecuencias es la interiorización de los criterios consensuales de lo bello, el bien, lo justo y lo verdadero.

Ramonet también opina, aunque yo en esto no le doy la razón, que los videojuegos también contribuyen a esa insensibilización y adoctrinamiento que comporta la televisión. Y toma como punto de referencia las campañas de los videojuegos en las que has de eliminar a todos los enemigos. "A la edad de 18 años, un joven americano ha eliminado así, sin pesares, a unos 40000 adversarios." Es cierto, pero eso no significa que ese joven americano tome cada una de esas eliminaciones virtuales como una muerte real. Yo, como gamer, desde luego no creo que contribuya.

Por último, dos técnicas a añadir a la lista con las que el pensamiento único clava sus estiletes en nuestras espaldas. El primero es la vigilancia constante de nuestros movimientos. Ramonet escribió su ensayo hace 20 años, pero esto, sin duda, se ha acentuado. Él habla de vigilancia en lo cotidiano con los movimientos de las tarjetas de crédito, los peajes de las autopistas, simples llamadas telefónicas, la consulta del teletexto (¿os acordáis del teletexto? ¡Menudo invento!), etc. Pero hoy en día el abanico se ha extendido ad infinitum gracias a Internet. El segundo obedece a la proliferación de tranquilizantes y ansiolíticos con la que se nos pretende anestesiar nuestras conciencias. Ambos métodos pretenden vigilarnos y coaccionarnos, respectivamente.

Y mientras tanto, el cuarto poder, la prensa, la herramienta tradicional con la que el individuo podía contar para desvelar la verdad, está en crisis. Está en crisis porque la idea misma de información ha variado: ya no es la descripción precisa de un hecho y el conjunto de parámetros que le permiten al lector su comprensión profunda, sino que consiste en mostrar la historia en marcha o, más concretamente, hacernos asistir en directo al acontecimiento. La información se ha televisado en el sentido de que se ha vuelto profundamente visual.

"Ahora bien, nuestra racionalidad moderna se ha edificado muy exactamente contra el postulado ver es comprender. los racionalistas del Renacimiento y el siglo de las luces tuvieron que combatir las fuerzas oscurantistas que se apoyaban en la idea de que ver es comprender. Galileo mostró que aunque yo vea al sol girar alrededor de la Tierra, en realidad es la Tierra la que gira alrededor del Sol. Y Diderot, con los enciclopedistas, advertiría que hay que desconfiar de los propios ojos y de los propios sentidos. Yo veo el horizonte plano, pero la Tierra es redonda. Ya que, como bien dice la sabiduría popular, el hábito no hace al monje y las apariencias engañan. La razón y el razonamiento son los que me hacen comprender, y no los ojos. Cuando la información moderna se funda en la idea de que ver es comprender, contribuye a una formidable regresión intelectual que nos hace volver varios siglos atrás, a la era prerracional."
Ignacio Ramonet

Otra de las razones, según Ramonet, por la que el cuarto poder está en crisis es la mutación del concepto de actualidad. Lo actual es lo que tiene imagen, nuevamente, por influencia de la televisión. Los hechos huérfanos de imagen, como documentos y demás, son condenados al ostracismo. También ha cambiado el tiempo de la información, que ahora es la instantaneidad y el directo, y hacen envejecer a la prensa escrita. Por último, la cuarta razón por la que el cuarto poder está en crisis atañe a la veracidad de la información, la cual ya no corresponde con la objetividad de lo contado, sino con la correspondencia con lo que otros medios aseguran, estableciendo un círculo vicioso en el que el más favorecido es el pensamiento único.

De esta crisis ha salido favorecida la televisión, que ha visto aumentada su cuota de difusión. La prensa escrita ha tenido que reconvertirse en prensa de revelación, una suerte de prensa de investigación que de la necesidad hace virtud y toma como elementos informativos los documentos no televisivos; documentos, cartas, escritos, etc. Pero más allá de ello, Ramonet pronostica que la auténtica revolución aún está en ciernes y que ésta será la revolución de los multimedia. Sin duda, hoy en día vemos que el referente de lo que decía Ramonet es Internet.

Ramonet concluye sus líneas con una advertencia acerca de los procesos de absorción empresarial que amenazan con volver a los tiempos de los grandes monopolios informativos de principios de siglo, pero a escala mundial. Ello, de ser así, sería el mejor espaldarazo posible para el pensamiento único y, posiblemente, la estocada de gracia para todo pensamiento disidente.

"Ni el Sr. Ted Turner de CNN, ni el Sr. Rupert Murdoch de News Corporation Limited, ni el Sr. Bill Gates de Microsoft, ni el Sr. Jeffrey Vinik de Fidelity Investments, ni el Sr. Larry Rong de China Trust & International Investments, ni el Sr. Robert Allen de ATT, no más que el Sr. George Soros o decenas de otros nuevos amos del mundo, han sometido nunca sus proyectos a sufragio universal. La democracia no es para ellos. Se consideran por encima de estas interminables discusiones en las que los conceptos como el bien público, la felicidad social, la libertad, la igualdad y la solidaridad, tienen todavía sentido. No tienen tiempo que perder. Su dinero, sus productos y sus ideas atraviesan sin obstáculos, en la era de la globalización, las fronteras del mercado mundializado. A sus ojos, el poder político no es sino el tercer poder. Antes está el poder económico y luego el poder mediático. Y cuando se posee esos dos, como bien ha demostrado en Italia el Sr. Berlusconi, hacerse con el poder político no es más que una formalidad."
Ignacio Ramonet

Puede decirse que el ensayo de Chomsky ofrece una semblanza general del problema de la manipulación informativa con propósitos políticos, mientras que el ensayo de Ramonet pone cara, identidades y casi DNIs a los culpables de tal confusión interdisciplinaria. Ambos ensayos son complementarios y su publicación en un único volumen es todo un acierto en los tiempos que corren, porque nos alertan y nos previenen acerca de la propaganda con fines políticos y económicos. El único problema del que adolece el libro lo constituye el hecho de que su publicación tuviere lugar a las puertas de la revolución tecnológica que ha supuesto Internet para los medios de comunicación. Por ello mismo, para el lector actual este libro ha envejecido de la misma manera que la Summa Teológica para un lector cartesiano del siglo XVII. De todos modos, no será importante esa revolución que en este país ha llevado a los principales medios de comunicación (AEDE) a aliarse los unos con los otros para bloquear el paso a otros grupos con la ya famosa tasa Google. Tasa que, al parecer, ha hecho más mal que bien a los propios medios AEDE, los cuales ya están moviendo ficha para modificar la ley o echarla para atrás debido al sobrecoste que la tasa de marras les ha supuesto a ellos mismos tras el plantón soberano de Google. Todo muy de Gran Hermano; pero del de Mercedes Milá, no del de Orwell. Nada que ver, en todo caso, con la intimidante ley mordaza. Ambas leyes, no obstante, pueden entenderse como corolarios obvios de los planteamientos que presentan Chomsky y Ramonet. Y solo por eso, por su capacidad anticipatoria y descriptiva, este libro merece ser leído.

Valoración:


3 comentarios :

  1. Has escrito una magnífica reseña, que invita a seguir tu consejo final y leerlo, y muy muy ('copiar-pegar' veinte veces el 'muy') interesante todo. Los dos ensayos. Leyendo tu comentario al trabajo de Chomsky no he podido evitar pensar en esa idea, que no es nueva pero si cada vez más extendida, de que estamos en una época ajena a las ideologías; el fin de las ideologías vendido como un bien, porque muchos relacionan 'ideología' únicamente con el socialismo y los movimientos obreros. O como dicen muchos 'intelectuales' de este país, los llamados '-ismos' (nacionalismo, comunismo, marxismo... curioso que siempre sean estos, o bien de izquierdas o bien separatistas, y con todas las palabras a las que se le puede añadir el sufijo 'ismo').

    También he pensado en el viejo debate sobre las perversiones en potencia de que los medios de comunicación estén bajo el control del Estado, o bien de los mercados, dos peligros distintos. El control de los mercados es más sutil, pero planteado así, bajo la idea del 'pensamiento único' del que hablas, no menos terrorífico que el Big Brother de Orwell, aunque éste se sitúe en el extremo distópico del control estatal.

    Y, en fin, el resto de temas que has mencionado (el debate en torno a la violencia en la educación, la tesis de la involución informativa (y desinformación) por la preponderancia de la imagen frente al texto...) no son menos interesantes. En cuanto a Internet, supongo que si estos autores hubieran escrito y publicado sus respectivos ensayos unos añitos más tarde, como dices, habrían incluido en la reflexión a la sobre-información, o sobre carga informativa como una forma más o menos caótica o regulada de desinformación.

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    1. (Divido mi comentario en dos porque Blogger no me deja publicarlo de una tacada)

      Exacto, una de las consecuencias del Pensamiento Único, en términos de Ramonet, es el llamado fin de las ideologías de Fukuyama, la idea de que el capitalismo como eje vertebrador de las democracias liberales es la única respuesta política posible para no caer en totalitarismos. Sobre los "-ismos", hay una explicación, y es que, en términos de Chomsky, la ingeniería del consenso, entre otras cosas, lo que busca es la estabilidad (esto es casi tautológico). Lo interesante es que el ensayo de Ramonet apunta hacia la finalidad de que esto sea así, que no es otra que la de no proveer de turbulencias adicionales a los mercados financieros,suficientemente volátiles ya de por sí. Pero claro, con esto la pretendida pluralidad democrática y los ideales supuestamente encarnados en las democracias occidentales quedan en solfa.

      Sobre lo de los Mass Media y su control, en ambas propuestas terminas con totalitarismo, uno explícito y unidireccional, el del control orwelliano estatal, y otro más sutil y taimado, el de los mercados, disfrazado de una falsa pluralidad. Ramonet apunta en su ensayo (en el que dice muchas cosas y muy interesantes) a que el problema reside en la concentración empresarial de los emdios de comunicación. Pone cara y apellidos a los Charles Foster Kane de finales de siglo, los Rupper Murdoch y otros, que con los imperios informativos que manejan, en la práctica manejan la opinión pública a su antojo. Es un problema de difícil solución, el de la concentración empresarial, porque para los socialistas ésta se produce a causa de la liberalización de los mercados y para los libertarios a causa de la intervención estatal, de modo que es difícil apelar a una regularización bienintencionada del sector, porque toda regularización podrá ser explotada según los segundos, y una solución que pase por al liberalización del sector provoca el escenario en el que actualmente vivimos.

      La sobre-información ramonet la trata en su análisis del medio televisivo. Para él la televisión, y los informativos en particular, tienen como efecto la sobreinformación, el privilegio de la imagen (lo que comporta el desprestigio de otros tipos de información no visuales como documentos, contratos, etc), la primacía del directo y el desterramiento de las conceptualizaciones necesarias para asimilar la información. Todo esto habría mutado los conceptos de información y actualidad, haciéndolos más maleables a los intereses corporativos.

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    2. Sobre la ausencia de internet en el ensayo, yo la considero fundamental porque si para algo ha servido la red ha sido para proporcionarnos una muy necesaria bocanada de aire fresco en cuanto a los conductos para acceder a la información, pluralizándolos. Ahora mismo estamos en los estadíos iniciales de una regularización de internet a gran escala y, por ello, estamos en los estadíos iniciales del fin de un estado de cosas que, desde el punto de vista informativo, supera por goleada al estado de cosas de hace 20 años. Por supuesto, todo esto para la gente "alfabetizada" en el sentido informático. Para la gente que no lo está, la televisión sigue siendo su principal suministro informativo y, ésta, la televisión, yo creo que es peor ahora que hace 20 años. Simplemente los mecanismos de control y domesticación, tanto informativos como recreativos, se han perfeccionado. Por lo cual estamos ante un escenario muy interesante: estamos en un escenario que abarca por un lado a la generación de gente más preparada e informada de la historia y que NO pertenece a la clase ejecutiva o especializada de la que habla Lippmann, al mimso tiempo que tenemos, en el resto de la población, el rebaño mejor adiestrado y amansado también de la historia. No nos engañemos: si no no se explican las intenciones de voto actuales. PP y PSOE deberían haber caído mucho más bajo de haber sido su caída un salto sin la red de los medios de comunicación AEDE, pero también el auge de PODEMOS no se explica solamente por Twitter, las redes sociales y el paradigma informativo libertario; no, se explica por la sexta, cuatro y otras cadenas que han visto un filón para las audiencias y han sabido explotarlo. Aún el poderde la televisión es muy grande, pero es innegable que está en una pendiente decadente. La situación actual se dirime en los siguientes términos de cara al futuro: la carrera de obstáculos por la cual los medios de información alternativos puedan seguir creciendo al amparo de unas nuevas generaciones mejor informadas y más activas en la búsqueda y consecución de la información más allá de los medios tradicionales; al mismo tiempo que se producirá una contraofensiva de los medios tradicionales al auspicio de los poderes financieros por al cual se intentará poner coto a la situación. Será una carrera muy interesante con dos fuerzas de inercias distintas que seguramente se dilucidará en virtud de cuál de las dos conseguirá sus objetivos antes. De momento, el acavance de internet ha sido lento pero seguro, sin despertar sospechas hasta el estallido de la crisis; a partir de entonces los medios tradicionales han intentado anticiparse con las famosas cláusulas dentro de la ley de protección intelectual, pero se han pillado los dedos con ello de manera cómica. De todas formas, que su reacción hasta el momento haya tenido más tintes de película de Pajares y Esteso hasta el momento, no significa que siempre vaya a ser así. Ojito como salga reelegido el PP la próxima legislatura: son torpes y casi siempre fallan a la primera, pero pocas veces a la segunda.

      Gracias por comentar Raúl!

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