(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 2 de mayo de 2014)
Notable documento sociológico y excelente retrato psicológico, Babbitt nos presenta las inquietudes y contradicciones de George F. Babbitt, epítome del blanco, conservador, protestante, bienpensante y emprendedor hecho a sí mismo en una de esas ciudades del medio oeste americano, la ficticia Zenith, que empezaban a erigirse, a principios del siglo XX, como prósperas metrópolis al amparo del capitalismo financiero y tecnológico tras un pasado provinciano.
Lewis bosqueja, a veces con condescendencia, a veces con furia y mala uva, pero casi siempre con mucho humor, la excesiva autocomplacencia en sus méritos e indulgencia en sus faltas morales de nuestro protagonista; la babbittización de su figura. Y nos muestra las características del entorno en el que se desenvuelve, dominado por la proliferación de insulsos actos sociales, clubs elitistas que ahogan todo pensamiento individual y barrios residenciales hechos a la medida de una postal. Aparecen los prejuicios de la época: los mitos fundacionales de los primeros colonizadores, el racismo imperante debido a las olas de inmigración europea, la demonización de toda ideología socialista, la competitividad como criterio de la valía personal, etc. Todos ellos contribuyen a dibujar el perfil del blanco anglosajón protestante en un mundo, el de la clase media-alta del medio oeste americano, poblado exclusivamente por ese tipo.
La novela es tierna, divertida, rápida y casi siempre corrosiva, pero también se mueve en una indefinición, que a la postre, se convierte en una rémora para el sentido último del libro.
Lewis bosqueja, a veces con condescendencia, a veces con furia y mala uva, pero casi siempre con mucho humor, la excesiva autocomplacencia en sus méritos e indulgencia en sus faltas morales de nuestro protagonista; la babbittización de su figura. Y nos muestra las características del entorno en el que se desenvuelve, dominado por la proliferación de insulsos actos sociales, clubs elitistas que ahogan todo pensamiento individual y barrios residenciales hechos a la medida de una postal. Aparecen los prejuicios de la época: los mitos fundacionales de los primeros colonizadores, el racismo imperante debido a las olas de inmigración europea, la demonización de toda ideología socialista, la competitividad como criterio de la valía personal, etc. Todos ellos contribuyen a dibujar el perfil del blanco anglosajón protestante en un mundo, el de la clase media-alta del medio oeste americano, poblado exclusivamente por ese tipo.
La novela es tierna, divertida, rápida y casi siempre corrosiva, pero también se mueve en una indefinición, que a la postre, se convierte en una rémora para el sentido último del libro.
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