(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 27 de septiembre de 2014)
"El fin del trabajo" pertenece a esa clase de libros cuyo contenido no puede ser más interesante pero cuya forma de expresión es criminal. Otros libros que pertenecen a esta categoría son la Fenomenología del espíritu, Ser y Tiempo, el Tractatus Logico-Philosophicus, el 55% de las tesis doctorales en ciencias sociales, el 65% de las tesis doctorales en carreras técnicas, el 35% de las historias clínicas, el 95% de los informes gubernamentales y el 30% de los libros que pretenden desentrañar qué carajo pasa con la economía y la política.
Cof, cof.
La tesis defendida por Rifkin en este libro es sencilla y al mismo tiempo polémica: la creciente aplicación de las tecnologías del conocimiento y de la automatización -la tercera revolución industrial- a los procesos productivos está trayendo consigo unos incrementos bestiales en la productividad en las empresas; estos incrementos en la productividad están acarreando destrucción de empleo pues la mano de obra progresivamente va dejando de ser necesaria en la cadena productiva; los trabajadores parados producto de esta destrucción de empleo, en contra de los presupuestos de la teoría clásica, no están siendo utilizados en otros sectores de la economía debido a que el efecto de las tecnologías del conocimiento afecta a todos los sectores de la economía en su conjunto.
La solución que ofrece Rifkin al problema no pasa por la creación de un movimiento neo-ludita de rabia contra la máquina ni tampoco en una destrucción completa de los presupuestos de la economía occidental. Su solución, pensada en un escenario último de no-retorno, es moderada, elegante, de sentido común y, quizá, un tanto ingenua. Rifkin considera que la solución pasa por potenciar ese sector oculto de la economía, ensombrecido por el mercado y al mismo tiempo por el gasto público: el voluntariado (remunerado). En él ve la única posibilidad de canalizar todo ese creciente torrente de factores de producción inutilizados y abocados a la pobreza y, al mismo tiempo, de ofrecer un bien a la comunidad con ello. Sería un tercer sector y no una extensión del sector público porque su financiación correría a cargo tanto de la iniciativa privada como de la pública; sería una especie de retoño bastardo de ambas esferas. Implicaría una remodelación radical de la economía formal con rumbo hacia una economía social, donde el acento en las ganancias de productividad se trasladara hacia las ganancias en los aspectos humanos y morales de las personas. Con ello se pondría fin a una era de inestabilidad política fruto de la incertidumbre vital de una gran parte de la ciudadanía consecuencia de la pérdida de su empleo. El nuevo modelo económico social traería consigo un nuevo contrato social.
El handicap del libro (y es un handicap con silueta obesa) consiste en ese terreno yermo existente entre el planteamiento del problema, con su breve desarrollo histórico, y la solución, y que abarca del orden de más de 200 páginas. 200 páginas plagadas de datos, estadísticas y enumeraciones en apoyo de cada uno de los puntos que sustentan la tesis del autor. ¡Ojo! Labor natural, que aquí se trata de una hipótesis empírica y no de dilucidar cuantos ángeles se sostienen sobre un alfiler. Pero esas estadísticas, esos datos, esas enumeraciones vienen en tal cantidad y magnitud que terminan resultando ridículos y sin sentido. A menudo, cuando ya ha quedado suficientemente (o al menos razonablemente) apoyado un determinado punto con material empírico, somos avasallados, abrumados con decenas de páginas más en defensa de lo mismo. Por momentos, uno tiene la sensación de que la automatización e informatización de los procesos productivos de la que habla el libro ha terminado por alcanzar al propio autor, el cual ha sido despedido y su tarea terminada por alguna especie de robot asimoviano que tiene dificultades en la aplicación del algoritmo que le dice cuando una tesis empírica ha sido suficientemente contrastada en virtud del problema de la inducción de Hume y el problema de la parada de Turing. El horror.
De todas maneras, que la exageración tampoco oculte lo importante: estamos ante un libro escrito hace veinte años cuyo contenido posee plena vigencia y actualidad. Un libro visionario con un valor de verdad tendente a 1 en cada uno de las problemáticas que presenta. Pesado como una losa de mil toneladas pero genuinamente veraz. Uno de esos libros, en definitiva, cuyo contenido hay que conocer pero cuyo peaje es mejor no pagar.
"Entramos en una nueva etapa de mercados mundiales y de procesos productivos automatizados. El camino hacia una economía prácticamente sin trabajo ya está a la vista. El que nos conduzca a un lugar seguro o a un terrible abismo dependerá de cómo la civilización se prepare para la era posterior a la actual, aquella que será consecuencia inmediata de los planteamientos de la tercera revolución industrial. El final del trabajo también podrá señalar el principio de una gran transformación social, el renacimiento del espíritu del hombre. El futuro está en nuestras manos".
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