(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 24 de junio de 2014)
Anecdotario de todas y cada una de las copas del mundo, "Tantos mundiales, tantas historias" es al mismo tiempo crónica de una de las instituciones más importantes del deporte mundial así como subtexto necesario para comprender su evolución. Pero también es un entrañable relato en el que grandes personajes del deporte se dan cita con fracasos sonados, amargas decepciones y victorias épicas.
En "Tantos mundiales, tantas historias" nos haremos cómplices de las artimañas de Jules Rimet para celebrar una copa del mundo de selecciones al margen de la tiranía del COI. Conoceremos el significado histórico de los términos "gol olímpico", "pross", "soccer", "folha seca" o el origen del "cerrojazo" y la celebración de títulos en Cibeles. Sabremos de chascarrillos como el de que el ilustre locutor deportivo Matías Prats padre no sabía pronunciar la zeta y el retraso mental de Garrincha (posiblemente debido a una poliomelitis en su infancia). Seremos testigos del otro fútbol, ese que llevó a Simeone a desquiciar a Beckham, a Materazzi a hacer lo propio con Zidane o a Bilardo a envenenar con somníferos a medio equipo brasileño en el mundial del '90. También conoceremos las conexiones de la política de más altos vuelos con el fútbol en la figura de Kissinger y sus manipulaciones para llevar el mundial a terreno estadounidense, el castigo a la selección norcoreana en un gulag tras ser eliminada de la copa del mundo del '66 y ser pillada de alterne en una discoteca inglesa, la negativa de la URSS a jugar el partido de vuelta de la repesca del mundial '74 en el estadio que más tarde se conocería como "Víctor Jara" debido a las atrocidades que cometió el gobierno de Pinochet ahí.
Alfredo Relaño consigue emocionar a través de las páginas de este libro y transmitir su pasión por el juego como metáfora de la vida. Una pasión que va más allá del forofismo ciego o de la ofrenda aduladora. Relaño se erige como una especie de sacerdote laico del fútbol, una voz secular que sabe desapasionarse allí donde los demás ven en monocromo e intensificar las emociones del lector ante acontecimientos lejanos y distantes. En ese sentido son de destacar los relatos de los primeros mundiales, los del periodo de entreguerras, aquellos que por su relación inversa entre escasez de medios y voluntad de realización resultan más simpáticos y auténticos -y que por ello mismo se ubican en clara oposición respecto a los mundiales actuales, verdaderas maquinarias de imprimir billetes para las grandes concentraciones de capital-.
Es de reseñar que la trayectoria del combinado nacional español tiene su pequeño apartado en cada uno de los mundiales, como no podía ser de otra manera. Una historia, por lo general, inundada de sonadas decepciones y fracasos estrepitosos, con las únicas excepciones de los últimos y celebrados años y que Relaño sabe plasmar en su justa medida, sin caer en fanatismos o demonizaciones de barra de bar. Porque ya se sabe aquello de que todos los españoles somos un poco seleccionadores de bolsillo...
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