(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 15 de agosto de 2014)
Da gusto cuando sin demasiadas pretensiones le hincas el diente a una lectura solo para darte cuenta al acabarla de la joya que has descubierto sin esperarlo. Da gusto porque, a diferencia del cine, en literatura se suele avanzar con pies de plomo a través de obras de las que atesoramos referencias de que por su temática o estilo casarán con nuestros gustos e inclinaciones. La razón es sencilla: las consecuencias de equivocarse al elegir una película se traducen, en el peor de los casos, en tirar a la basura entre hora y media y dos horas de tu vida, por término medio; en cambio, equivocarse con un libro (excepto en casos que claman al cielo) puede traer la desastrosa implicación de ver arrojada al estercolero más cercano una cantidad de tiempo considerablemente mayor. Este sencillo razonamiento económico ilustra qué tan raro (y por tanto, qué tan valioso) resulta acertar en literatura operando de esta manera, aunque con ello pongamos de manifiesto lo irracional de nuestra conducta al desviarnos del sendero marcado por los clásicos de la literatura universal o de los géneros concretos que más nos gusten a cada uno (aunque esto, sin duda, ya es otro tema).
"Filosofía a mano armada" me ha sorprendido muy positivamente. En primer lugar por ser una lectura con un humor verdaderamente hilarante, absurdo, histriónico, burdo en ocasiones, aunque lleno de retruécanos e ingeniosos juegos verbales al abrigo de la ironía y con un fino gusto por la paradoja mordaz de corte más Chestertoniano. Casi nada. Puede que sea la novela más divertida y graciosa que haya leído nunca. También puede que por momentos el aluvión del arsenal cómico resulte excesivo, que haga de la lectura un ejercicio espeso y artificioso debido a lo abigarrado del torrente de recursos con vistas a sacarnos una risotada, como cuando un monologuista hace una pausa en su texto que al público se le antoja demasiado larga, revelando los instantes precedentes como una demostración de chiste fallido. Sin embargo, y a riesgo de equivocarme debido al factor subjetivo (pues pienso que aquí es ineludible; el cómo encarar la novela y la serie de circunstancias que rodean su lectura. En ese sentido pienso que la novela de humor lo tiene más difícil para solventar esos obstáculos que la novela melancólica o de corte más depresivo. En otras palabras: es más fácil que una novela del segundo tipo cumpla con su trabajo antes que un novela del primer tipo), los momentos en los que el humor flojea son los menos, con diferencia.
En cuanto a la temática, ¿qué tenemos? Basta leer la sinopsis para dirimir sucintamente la cuestión. Pero también se puede decir que lo que aquí tenemos es una historia de atracadores de bancos puesta del revés. Aquí no hay lugar para la épica, el romanticismo y la tragedia tan típicos en este tipo de historias. Por el contrario, la parodia y lo prosaico tomarán el protagonismo, como en una especie de cruce bastardo entre ese subgénero y la novela picaresca, entre "Bonnie & Clyde" y "El lazarillo de Tormes".
Otro de los puntos fuertes de la novela es el dúo protagonista, compuesto por ese filósofo desaprensivo, cincuentañero, gordo y calvo que es Eddie Féretro, y que nos ha recordado por momentos al patán protagonista de "La conjura de los necios", Ignatius Reilly, y ese carterista manco y cojo que es Hubbert. "La banda del pensamiento" será su nombre ("The thought gang" es el título de la novela en inglés), dúo más bien, que aglutinará los modales filosóficos más refinados con la megalomanía más desatada.
Por último, me gustaría destacar las dotes estilísticas de Tibor Fischer. Ya hemos mencionado el humor que desprende la novela. Pero además el uso del lenguaje del autor británico resulta portentoso. Y por si fuera poco, todo el libro está escrito a modo de cuaderno de bitácora o diario de viaje del protagonista, Eddie Féretro, el cual va anotando pensamientos aleatorios, recuerdos de anécdotas del pasado y sucesos concernientes a la trama en una sucesión en el que unos y otros elementos se suceden y acaban fundiéndose con una naturalidad verdaderamente pasmosa, dando lugar a una especie de autobiografía vital e intelectual o, casi más bien, a la parodia de toda autobiografía vital o intelectual que se precie por su seriedad.
"Filosofía a mano armada", en suma, se presenta como una novela sumamente recomendable y a Tibor Fischer como a un autor muy a tener en cuenta. Seguiremos sus pasos de cerca.
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