miércoles, 8 de octubre de 2014

(1998) Slavoj Žižek - En defensa de la Intolerancia



(Reseña publicada originalmente en Goodreads el 13 de mayo de 2014)


Notable esfuerzo de Slavoj Zizek por reformular el pensamiento de izquierdas actual. El popular pensador esloveno define lo auténticamente "político" como una fuerza intrínsecamente desestabilizadora de la jerarquía imperante, del orden establecido, y que nace en la antigua Grecia como la manera que tiene el demos de declarar y por tanto defender sus derechos. A continuación, establece una taxonomía de las distintas negaciones que se han dado a este iniciático momento, entre las cuales la más importante es la "post-política", que es la política (en el sentido que no da Zizek al término) que domina las relaciones en el mundo del capitalismo avanzado. En la "post-política" los conflictos ideológicos se diluyen por la colaboración de tecnócratas ilustrrados y expertos en economía con los liberales multiculturalistas. De esta manera, todo reclamo de las minorías tiene su lugar y su respuesta. Se politiza el aborto, la ablación, los derechos de los gays y lesbianas, el uso de la viagra y en general se da voz y voto a todas las minorías. Pero este movimiento conciliador de la post-política esconde, según Zizek, motivos perversos: en el libre acceso de las reivindicaciones de esas minorías, en su supuesta politización, se les sustrae su componente desestabilizador, contrario al sistema. Esto se aprecia en las dificultades que tienen los multiculturalistas liberales a la hora de afrontar las contradicciones a las que les llevan sus presupuestos: o bien permiten demasiado o bien permiten demasiado poco. Sin embargo, para Zizek, la verdadera perversidad de la post-política reside en que en su supuesta apertura para problematizar cualquier cuestión, esconde debajo del sillón el problema fundamental: la despolitización de la economía. Pues, si no se politiza la economía, toda perspectiva de materializar las reivindicaciones de derechos resulta vacua. No se trata de deslegitimar la politización de las reclamaciones de las minorías y que el liberalismo multiculturalista, la post-política, abraza. Se trata más bien de mostrar que esa supuesta tolerancia, en realidad, esconde como motivo fundamental la negación del estatuto político de la economía. Negar ese status-quo de lo económico es defender la intolerancia, como negación de esa tolerancia mal entendida.

Esto es, entre otras cosas, parte del discurso que Zizek deja entrever. Discurso, por otro lado, bastante críptico por momentos y al que, uno lo siente así, le sobra bastante del armazón conceptual psicoanalítico con el que trata algunas cuestiones. Con un lenguaje y expresión más claros, este libro sería de lectura obligada. Lástima, porque cómo decía Schopenhauer, el desarrollo de una filosofía es la puesta en palabras de un único pensamiento fundamental. En este libro, cuyo pensamiento fundamental podría ser "¡es la economía, idiotas!" esa filosofía, entendida al modo en que lo hacía Schopenhauer, por momentos no está bien implementada. Aunque otras veces sí, es cierto.

"La única manera de crear una sociedad en la que las decisiones de alcance y de riesgo sean fruto de un debate público entre todos los interesados, consiste, en definitiva, en una suerte de radical limitación de la libertad del capital, en la subordinación del proceso de producción al control social, esto es, en una radical repolitización de la economía."

Calificación:


2 comentarios :

  1. Hay un aspecto que el autor trata en los primeros capítulos del libro: la batalla por el significado de las ideas, la disputa por los conceptos.
    Es, junto con la importancia de politizar la economía, la aportación más importante de la obra.

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  2. Hola Antxón, no te esperaba comentando por aquí, gracias por el aporte. Desde luego todo el libro puede entenderse como un esfuerzo por desvelar que detrás de ese "fin de las ideologías" que Fukuyama y otros propusieron con la caída de la unión soviética, lo que habría en realidad es una apropiación del significado de los conceptos políticos por parte de uno de los bandos, cuyas implicaciones terminarían por abarcar la legitimación de las reivindicaciones de derechos y libertades por parte de la izquierda, que en realidad no sería sino la izquierda vista con buenos ojos desde el punto de vista del bando vencedor, el liberalismo, en la medida en que esa izquierda no alcanza a tocar el corazón del sistema, la economía. De modo que los dos temas estarían conectados, el de la disputa por los conceptos y el de la politización de la economía: muchas de las reivindicaciones de derechos, especialmente por parte de las minorías, serían vistas como un problema de tolerancia, mientras que si se perciben a través del filtro que posibilita la politización de la economía, entonces uno se da cuenta de que no son tanto problemas de tolerancia como de justicia, equidad, etc. En cierta forma, la batalla por lo conceptos, y su triunfo, es el epifenómeno de la batalla por la politización de la economía: perdiendo la segunda, se pierde la primera. Lo cual, claro, retrotrae al análisis marxiano del concepto de ideología.

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